LIBÉRATE
DE TU MENTE
Texto extraído del libro “Practicando el poder del
Ahora” de Eckhart Tolle, que se ofrece por cortesía de la Editorial www.alfaomega.es (GAIA Ediciones 2001, email:
editorial@alfaomega.es)
Más allá de
la miríada de formas de vida que están sujetas al nacimiento y a la muerte
existe la Vida Una, eterna y omnipresente. Muchas personas utilizan la palabra Dios para
describirla, pero yo suelo llamarla Ser. La palabra Ser no explica nada, pero la
palabra Dios tampoco. Ser, no obstante, tiene la ventaja de ser un concepto
abierto. No reduce el infinito invisible a una entidad finita. Es imposible
formarse una imagen mental del Ser, y nadie puede pretender su posesión
exclusiva. Es tu esencia misma; puedes acceder a ella inmediatamente como el
sentimiento de tu propia presencia.
Por eso sólo
hay un pequeño paso entre la palabra Ser y la experiencia del Ser.
EL SER NO SÓLO ES TRASCENDENTE; TAMBIÉN IMPREGNA PROFUNDAMENTE cada forma, y su
esencia es invisible e indestructible. Esto significa que ahora mismo puedes acceder al Ser
porque es tu identidad más profunda, tu verdadera naturaleza. Pero no trates de
aferrarlo con la mente. No trates de entenderlo.
Sólo puedes
conocerlo dejando la mente en silencio. Cuando estás presente, cuando tu atención está
plena e intensamente en el ahora, puedes sentir el Ser, pero nunca podrás
entenderlo mentalmente.
La
iluminación es recuperar la conciencia del Ser y residir en ese estado de
«sensación-realización».
La palabra iluminación
suscita la idea de un logro sobrehumano, y al ego le gusta que sea así;
pero no es más que tu estado natural en el que sientes la unidad con el Ser. Es
un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, con algo que
es esencialmente tú, y sin embargo es mucho mayor que tú. Es encontrar tu
verdadera naturaleza más allá del nombre y de la forma.
La
incapacidad de sentir esta conexión crea la ilusión de que estás separado de ti
mismo y del mundo que te rodea. Entonces te percibes, consciente o
inconscientemente, como un fragmento aislado. Surge el miedo, y los conflictos
internos y externos pasan a ser la norma.
El mayor
obstáculo para experimentar la realidad de tu conexión es la identificación con
la mente, que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. Ser incapaz de
dejar de pensar es una enfermedad terrible, pero no nos damos cuenta de ella
porque casi todo el mundo la sufre y se considera algo normal. Este ruido
mental incesante te impide encontrar el reino de quietud interior que es
inseparable del Ser. También crea un falso yo fabricado por la mente, que lanza
una sombra de miedo y sufrimiento.
La identificación
con la mente produce una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes,
palabras, juicios y definiciones que bloquean toda verdadera relación. Esa
pantalla se interpone entre tú y tú mismo, entre tú y tu prójimo, entre tú y la
naturaleza, entre tú y Dios; crea la ilusión de separación, la ilusión de que
tú y el «otro» estáis totalmente separados. Entonces te olvidas del hecho
esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y de las formas
separadas, eres uno con todo lo que es.
La mente es un instrumento soberbio si se usa correctamente. Sin
embargo, si se usa de forma in-apropiada, se vuelve muy destructiva. Para
decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas la mente
equivocadamente: por lo general no la usas en absoluto, sino que ella te usa a
ti. Ésa es la enfermedad. Crees que tú eres tu mente. Ese es el engaño. El
instrumento se ha apoderado de ti.
Es como si
estuvieras poseído sin saberlo, y crees que la entidad posesora eres tú.
LA LIBERTAD COMIENZA
cuando te das cuenta de que no eres la entidad posesora, el pensador. Saberlo
te permite examinar la entidad. En el momento en que empiezas a observar al
pensador, se activa un nivel de conciencia superior.
Entonces
empiezas a darte cuenta de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del
pensamiento, y de que el pensamiento sólo es una pequeña parte de esa
inteligencia. También te das cuenta de que todas las cosas verdaderamente
importantes —la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna—
surgen de más allá de la mente.
Empiezas a
despertar.
LIBÉRATE DE TU MENTE
La buena
nueva es que puedes liberarte de tu mente, que es la única verdadera
liberación. Y puedes dar el primer paso ahora mismo.
EMPIEZA POR ESCUCHAR LA VOZ QUE HABLA DENTRO DE TU CABEZA, y hazlo tan frecuentemente como
puedas. Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento
repetitivo, a esos viejos discos de gramófono que pueden haber estado dando
vueltas en tu cabeza durante años.
Esto es lo
que llamo «observar al pensador», que es otra manera de decir: escucha la voz
dentro de tu cabeza, mantente allí como presencia que atestigua.
Cuando
escuches la voz, hazlo imparcialmente. Es decir, no juzgues. No juzgues ni
condenes lo que oyes, porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a
entrar por la puerta de atrás.
Pronto te
darás cuenta de esto: la voz está allí y yo estoy aquí, observándola. Esta
comprensión Yo soy, esta sensación de tu propia presencia, no es un
pensamiento. Surge de más allá de la mente.
Así, cuando
escuchas un pensamiento, no sólo eres consciente del pensamiento, sino también
de ti mismo como testigo del pensamiento. Ha hecho su aparición una nueva
dimensión de conciencia.
CUANDO ESCUCHAS EL PENSAMIENTO, sientes como si hubiera una presencia consciente —tu
yo profundo— por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su
poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente
mediante la identificación con ella. Es el principio del fin del pensamiento
compulsivo e involuntario.
Cuando el
pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente mental,
una brecha de «no-mente». Al principio las brechas serán cortas, tal vez duren
unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren estas
discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el principio
del estado natural de sentirte unido al Ser, generalmente nublado por la
mente.
Con la
práctica, la sensación de quietud y de paz se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin.
También sentirás una sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo
de ti: la alegría de Ser.
En este
estado de conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el
estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva
la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.
A medida que
profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le denomina en
Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado sientes tu
propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo
pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven
relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de
desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que era «tu
identidad». Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es
inconcebiblemente mayor que tú.
EN LUGAR DE «OBSERVAR AL PENSADOR», también puedes crear una apertura en la corriente
mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al ahora. Basta
con que te hagas intensamente consciente del momento presente.
Esto es
algo por demás satisfactorio. De este modo retiras la conciencia
de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta
y consciente, pero no piensas. Ésta es la esencia de la meditación.
En TU VIDA COTIDIANA puedes practicar esto
tomando cualquier actividad rutinaria, que habitualmente sólo es un medio para
un fin, y darle toda tu atención para que se convierta en un fin en sí misma.
Por ejemplo,
cada vez que subas o bajes las escaleras en tu casa o en tu puesto de trabajo,
presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu respiración.
Mantente totalmente presente.
O cuando te
laves las manos, presta atención a todas las percepciones sensoriales asociadas
con esa actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus
manos, el aroma del jabón, etc.
O cuando entres
en tu coche, después de cerrar la puerta, detente durante unos segundos y
observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una silenciosa pero
intensa sensación de presencia.
Hay un
criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de
paz que sientas en tu interior.
El paso más
vital en tu camino hacia la iluminación es éste: aprende a no identificarte con tu mente. Cada vez que creas una apertura en el
flujo mental, la luz de tu conciencia se fortalece.
Puede que un
día te sorprendas sonriendo a la voz que suena en tu cabeza como sonreirías a
las travesuras de un niño. Esto significa que has dejado de tomarte el
contenido de tu mente tan en serio, y que tu sentido de identidad ya no depende
de él.
ILUMINACIÓN: ELEVARSE POR ENCIMA DEL PENSAMIENTO
A medida que
uno crece, va formándose una imagen mental de sí mismo basada en su
condicionamiento personal y cultural. A este yo fantasma lo llamamos ego. El ego
es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el pensamiento
constante. El término ego
tiene distinto significado según se trate de una persona u otra, pero
cuando lo uso aquí me refiero al falso yo, creado por una identificación
inconsciente con la mente.
Para el ego,
el momento presente apenas existe. Sólo considera importantes el pasado y el
futuro. Esta inversión total de la verdad explica por qué, en la modalidad ego,
la mente es tan disfuncional. Siempre está tratando de mantener el pasado vivo,
porque ¿quién serías sin él? Y se proyecta constantemente hacia el futuro para
asegurarse la supervivencia y buscar en él una sensación de liberación o
satisfacción. Dice: «Algún día, cuando haya ocurrido esto, lo otro o lo de más
allá, estaré bien, en paz, seré feliz.»
Incluso
cuando parece que el ego está en el presente, no ve el presente: lo percibe
equivocadamente porque lo mira con los ojos del pasado. O reduce el presente a
ser un medio para un fin, un fin que siempre reside en el futuro proyectado por
la mente. Observa tu mente y comprobarás que funciona así.
El momento
presente contiene la clave de la liberación, pero no puedes encontrar el
momento presente mientras seas tu mente.
Alcanzar la
iluminación significa elevarse por encima del pensamiento. En el estado de
iluminación sigues usando la mente cuando la necesitas, pero de un modo mucho
más enfocado y eficaz que antes. La empleas principalmente con fines prácticos,
pero eres libre del diálogo interno involuntario, y vives en la quietud interior.
Cuando
empleas la mente, y en particular cuando necesitas dar una solución creativa a
algo, vas oscilando cada pocos minutos entre la mente y la quietud, entre la
mente y la no-mente. La no-mente es conciencia sin pensamiento. Sólo la
no-mente permite pensar creativamente, porque da al pensamiento un poder real.
El pensamiento por sí solo, desconectado del vasto campo de la conciencia, se
convierte rápidamente en algo estéril, insano, destructivo.
Tienes toda
la información en los libros “El poder del Ahora” y “Practicando El poder del
Ahora”
por Eckhart Tolle, de la Editorial www.alfaomega.es